sábado, 23 de abril de 2011

Canalización de Jesús de Nazaret por Kris-Won (23-04-2011)



J E S Ú S    D E    N A Z A R E T



“Yo soy el camino, la verdad y la vida.”

Cuando dije eso, no me refería a que sólo los que se llamen cristianos pueden salvarse.  Me refería a que sólo aquellos que lleven a la práctica mis enseñanzas en la vida diaria podrán alcanzar a Dios.  Sean estos cristianos, musulmanes, budistas o hindúes.  Porque todas las religiones tienen una base común, y una persona buena será aquella que siga los preceptos básicos de todas las religiones.  De hecho, sólo cambian algunos matices de una religión a otra, pero la base moral sigue los mismos patrones en todas ellas.

En cuanto a la verdad, ésta es única; no existe una verdad para cada religión o camino espiritual.  Encontrarla dentro del corazón de cada uno, es el deber de cada persona.

¿Y la vida?  ¿Qué sería la vida, sin el Amor que la hace florecer y la hace hermosa?  ¿Puede la vida ser coloreada con más alegría y felicidad, que compartiendo el amor que sienten en sus corazones con los demás?

Aunque vean que el mundo se ponga al revés, a pesar de que no les guste lo que vean y oigan, aún así continúen amando y compartiendo ese amor con sus semejantes.  Ya se lo enseñé cuando estuve con ustedes en la Tierra, “Ama a Dios con todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo.”

Sean los motores del cambio; no se creen enemigos en la Tierra, sino más bien rompan todos los lazos que los esclavizan a personas o a situaciones indeseables.  Cuanto menos fardos lleven, más cómodo y rápido viajarán.

Finalmente, sean instrumentos de Dios, y actúen en todo momento y siempre para agradarlo a Él y para servirlo.  Háganlo así, y ninguna acción que emprendan acabará en fracaso (bueno, a menos que necesiten vivirlo como experiencia transmutadora).

Avancen sin temor, siempre hacia adelante y con la mente puesta en su meta, y yo me comprometo a guiarlos de la mano hasta el devenir luminoso que les aguarda.

Los amo con un amor total e incondicional.  Hagan lo mismo con todos sus semejantes; nada de este mundo les proporcionará una dicha mayor.


                                    Jesús de Nazaret





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